martes, 13 de diciembre de 2016

La familia

La familia de Mario (pintor Jesús Román Sanz)

Quería aprovechar que ha caído entre mis manos (si quisiera decir la verdad tendría que decir -ha caído en mi facebook-) este cuadro de un artista muy amigo mío que se llama Jesús Román Sanz, a quien dedico este relato descriptivo de la pintura; y también a Mario, buen amigo también, quien junto a su familia son los representados en el cuadro, aparte de ser quien encomendó el trabajo.

Estamos en los años ochenta y la Administración expendía el título de familia numerosa con el que se obtenían muchos descuentos para viajar con la renfe, matricularse en el insti, obtener una beca o en los abonos de las piscinas municipales. Para que no hubiera trampa y a falta de otros métodos más fiables de autenticidad, la cartilla lucía en su primera página una foto con todos los miembros matasellada (compulsada se decía) en tinta más o menos morada según el ímpetu del golpe de mano que propinara el funcionario.

El caso es que en España todos o casi todos éramos familias numerosas (calificación conseguida con el cuarto hijo) y, por tanto, todas las familias tenemos en casa fotos parecidas, pero no la suerte de que éstas se hayan tomado como modelo para una obra pictórica, porque las imágenes fotográficas son frías, planas, casi insulsas, pero pasadas al óleo y al lienzo cobran una inusitada vida y fuerza. Y en esta composición parece que no pasa nada y pasa mucho.

Y entro a pormenorizar los muchos detalles que advierto y las ideas que me ha despertado esta bella e interesante obra. 

Los miembros de la familia se disponen en el cuadro de una forma armoniosa y lógica. Para ensalzar el cariz paterno-maternofilial padre y madre ocupan el centro de la imagen y los hijos se diponen alrededor suyos y en diferentes planos según la edad: la niña pequeña queda en primer plano y sentada sobre el regazo del padre; el chaval mediano en el mismo segundo plano que los padres, quizás unos centímetros más atrasado; y los hermanos mayores, ya buenos mozos, atrás, en el tercer plano. Curiosamente, así dispuestos, las tres personas de la izquierda forman una escalera, pero los otros tres no; lógicamente si se hubieran enfilado también los tres de la derecha la composición habría perdido estabilidad visual; nuestro cerebro vería rara o ilógica esa simetricidad.

Madre e hija (siempre ellas...) han elegido el elegante color negro para posar y el exceso de rojo, presente en varias prendas, el pintor ha conseguido mitigarlo con los blancos y el verde de las otras vestimentas y con el suave anaranjado de la pared.  

Las personas están quietas, demasiado quietas, sin embargo la madre se inclina un poquito y sin quererlo aporta un poco de movimiento a la escena. Los cuerpos permanecen inmóviles pero no los ojos, o mejor dicho, las miradas. Lo primero que me llamó la atención del cuadro es el poder que ejercen éstas en la composición. Todos los ojos son parecidos, quizás por contener el mismo tono negro, pero no las miradas: algunas miran de frente y otras están ligeramente desviadas buscando algún otro objeto cercano, y en ellas podemos sonsacar matices que van desde la inocencia de la hija pequeña, la nostalgia de la madre, la complacencia del padre, hasta la mirada risueña, o mejor dicho, placentera de la adolescente, quizás ya moza.

Otro punto que me ha llamado la atención es el de la técnica empleada, pues el artista no ha querido dejar rastro alguno de dibujo y las formas las ha conseguido solamente con la aplicación del color. Y esto nos suena a la corriente impresionista que puso toda la carne en el asador con la aplicación de los colores: no quisieron ya representar objetos, se olvidaron de describir detalles y confiaron en arrancar las emociones con el uso del cromatismo. Por ejemplo, yo lo percibo perfectamente en las caras, todos los matices están conseguidos no con detalles descriptivos, trazos refinados o reseñando el contorno de las siluetas, si no con sucesivas capas de material hasta conseguir interesantes encarnaciones y sus sutiles sombras.

La pared está despojada de todo elemento que pudiera despistar la mirada del espectador; a pesar de la carencia de detalles vemos,sin embargo, que la materia no está extendida uniformemente y se percibe temblorosas o nerviosas pinceladas y algunos tonos azulados. Desde luego el color salmón elegido es más que apropiado porque hace de colchón cromático donde descansan las fuertes manchas rojas, verdes y negras del ropaje. La pared desnuda no ayuda en la comprensión tridimensional de la escena; tal misión corresponde a la colocación de las personas que al disponerse en tres planos se explica la perspectiva. En todo caso la pared, junto a los tenues reflejos de las caras, aportan una gran luminosidad al lienzo.

En definitiva, con esta lograda creación el pintor ha cumplido con tino y acierto el desafío de componer una obra audaz y comprometida pero respetuosa con el encargo dado de retratar fielmente a la familia.


  

domingo, 11 de diciembre de 2016

el busto de la madre de Victorio Macho

El escultor Victorio Macho, un genio de la imageniería española del S. XX, lo que le más le satisfacía era diseñar estatuas colosales, como la del Cristo del Otero erigida en mi ciudad y otras que ideó pero no se pudo llevar a cabo por excesivas y desmesuradas: "El coloso de España" , "El altar de Castilla", "San Juan de la Cruz",... esculturas que hubieran rebasado los 40 metros.
Pero cuando se enfrentaba al reto de retratar a familiares y amigos se afanó en alcanzar la máxima pulcritud y delicadeza de las formas, como podemos solazarnos con estos bustos de su amada madre. Y en este género de obras sacrificó su megalomanía y su talento innovador en aras de dotarlos de un gran realismo y de captar sus caracteres psicológicos. En efecto, esos personajes retratados hablan...

los caminos de la libertad

Valle de Hecho: frontera natural hispano-francesa

Los altos pirineos se nos muestran aparentemente como una barrera infranqueable que nos separa de la hermana Francia. Pero no es así. Desde siempre la cordillera ha sido permeable para todos los que por algún motivo han necesitado atravesarla.
Si nos centramos en los finales de los años treinta y principio de los cuarenta, sus pasos y collados fueron testigos de un trasiego de personas con el único objetivo de salvar el pellejo. Y ahora que contemplamos con perplejidad, en el mejor de los casos, e indolencia, en el peor, al drama sirio, traigo a colación lo que les voy a contar porque verán ustedes la poca diferencia que hay entre ambos hechos.
Y es que durante la nefasta guerra civil española y ante el empuje de las fuerzas sublevadas, los milicianos republicanos y sus familias tuvieron que cruzar las montañas para huir de las purgas que se iban produciendo en la retaguardia. Lo que ahora nos parece a los excursionistas una bendición por la belleza de sus paisajes, las crestas y riscos forrados de hielo y nieve tuvieron que ser sentidos como un infierno por aquellos pobres desgraciados. Gracias a los "pasadores", como así se llamaban a los paisanos que, conocedores del terreno, se prestaron a guiar a los huidos, pudieron llegar sanos y salvos a los valles y pueblos tramontanos.
Ganado el territorio "amigo“; y lo entrecomillo porque esos evadidos pronto se dieron cuenta que lo que les esperaba en el país vecino no era un camino de rosas, comenzaba para ellos una segunda aventura. El gobierno francés, ante la llegada de miles de refugiados españoles, habilitó campos de concentración - Y esto nos sigue recordando a la tragedia siria- donde contenerlos a la espera de que se les ocurriera algún tipo de solución
-y también nos vuelve a sonar, ¿Verdad?

Val d'Echo: collado de Acherito y agujas de Ansabère
Seguimos el relato sin perder el hilo. Resulta que poco tiempo después (menos de un año) empieza la II Guerra Mundial. Ahora es la emergente Alemania quien ocupa Francia con la ayuda del cobarde Vichy constriñendo a la Francia libre contra el paredón pirenaico. Miles de partisanos tienen que rebasar la cordillera para ganar suelo español con la ayuda de nuevo de los "pasadores" (ahora pastores y lugareños franceses) y cruzar Ia península para unirse al ejército de la Francia libre del General De Gaulle que a la sazón andaba combatiendo en Argelia.
Franco, de la misma cuerda que Hitler y Mussolini, no podía permitir que esos soldados y combatientes engrosaran las fuerzas aliadas e instruyó oportunamente a La Guardia Civil y al ejército, acuartelados en los puestos fronterizos, para repelerlos a tiros si fuera menester, capturarlos para entregarlos a las autoridades alemanas o francesas colaboracionistas, o bien para recluirlos en las cárceles de Jaca, Barbastro, Pamplona y Huesca, o en los campos de concentración de Miranda y Nanclares.
Contrabandistas, extraperlistas y judíos que huían del terror nazi completaron la galería de personajes que tuvieron que traspasar la cordillera.
Y la historia se repite, como los golpes de un martillo pilón, para recordarnos que cuando está en juego la vida de las personas y de las familias no hay muro ni barrera que impida el éxodo, sean tapias de hormigón, vallas alambradas, mares o fuego cruzado.
Aquellos altos puertos en algún momento fueron la puerta de la salvación, la ventana a una segunda oportunidad y el culmen de muchos sueños, y por eso convinieron en llamar a las veredas que los salvan Los Caminos de la Libertad.

Val d'Echo: ibón de Acherito

jueves, 20 de octubre de 2016

Los invernales montañeses

LOS INVERNALES MONTAÑESES



invernales del valle de Polaciones (Cantabria)
          Los invernales que aún proliferan por los montes y valles cantábricos fueron muy importantes antaño (y aún hogaño, aunque algo menos, desde luego ) pues responden a la necesidad de guardar el ganado (pronunciaremos "ganao" si queremos que se nos entienda oralmente cuando nos referimos al rebaño de vacas, cabras u ovejas) en las subidas y bajadas del pueblo al monte y viceversa de acuerdo al orden estacional, y siempre en pro de lograr los mejores y más frescos pastos. Esta costumbre de guiar el ganado no es más que una suerte de trashumancia local.


          Estas cuadras sirvieron (y sirven) de cobijo en los fríos inviernos en una época en la cual no había forma de proverse de piensos y el forraje seco escaseaba, y hubo que aprovechar al máximo el tiempo en que vacas y yeguas pastorearan libremente los montes. Así a los pastores les resultaba menos gravosa la manutención de la cabaña, les eximía de incómodas pernoctas en los chozos y tediosas caminatas en un tiempo en que el acceso a los altos puertos solo era posible a través de tenaces sendas y veredas. Sí o sí hubo que equipar la montaña de apriscos, corrales, cuadras y pajares intermedios.


          Esos hatajos y rebaños , como digo, se trasladaban desde las altas brañas en el estío a las amables majadas salpicadas por los claros de los frondosos hayedos y, en las postrimerías del otoño, desde las generosas camperas de las vallejas hasta los praos del pueblo, y así encerrarlos definitivamente en los establos para paliar el rigor invernal hasta que, retirada la nieve, nazca y crezca la nueva yerba.



Palomares en la arenisca


Palomares de Herce (La Rioja)






Cuando se recorre las riberas de los ríos Iregua o Cidacos, e incluso los alrededores de sus poblaciones más importantes, como son Nájera o Arnedo, el viajero observador advertirá que las paredes de arenisca que envuelven tales ríos y ciudades, están taladradas para organizar decenas de columbarios, los nichos donde crían los pichones.


Esto no es nuevo ya que nuestros antepasados se las ingeniaron muy bien para que los palominos no faltaran en la mesa. He visto todo tipo de palomares, pero éstos de La Rioja ciertamente son los que más me han sorprendido por insólitos. Me pregunto: - ¿Cómo pudieron acceder a los mismos? Ciertamente es imposible salvo descolgándose con cuerda desde arriba, y en todo caso, esa empresa no es nada fácil sin conocimientos de encordamiento.







Sin duda lo que vemos actualmente son los vestigios de antiguas construcciones más completas que llenaron tales farallones de cuevas, escalas y rampas por donde transitar. Pero la roca arenisca es fácilmente derruible y sucumbe fácilmente a los efectos de la erosión.
Estos columbarios (en la comarca que forma la hoya de Arnedo reciben el enigmático nombre de "Farmacias de los moros") son el último y moderno uso que han tenido tales habitáculos, pero parece ser que en sus inicios fueron cenobios y eremitorios siguiendo la moda de recogimiento que emplearon aquellos primeros ascetas. Tal vez, incluso, en aquella época paleocristiana, muchas hornacinas que aún se ven fueron relicarios.
En todo caso les animo a descubrir los muchos misterios que encierra la dorada arenisca y a admirar la belleza de formas y del paisaje rupestre resultante de la erosión y de la intervención humana.

sábado, 17 de septiembre de 2016

La arquitectura tradicional



LA ARQUITECTURA TRADICIONAL





Estampas montañesas

Siempre he pensado que las muestras de arquitectura tradicional (llamada así porque hubo que poner un nombre resultón y rimbombante a lo que fue la mera construcción de casas tal y como pudieron hacer nuestros tatarabuelos, con lo poco que tenían a mano, y con los conocimientos rudimentarios que llegaron a poseer) es a mi entender como una hermosa acuarela.

Ese mosaico de diferentes materiales, colores, texturas y formas, con todos sus defectos en la manufactura y otros tantos en el acabado, es un deleite para los sentidos, o para la vista, más bien. Lo que más me sorprende, quizás, es que para aquellas gentes la simetría de las partes del hogar, tal y como impera en la arquitectura actual, les traía al pairo.

Construyeron así sin atender más criterio que el de la necesidad que tenían de los diferentes habitáculos según los cometidos para los que iban destinados, e iban resolviendo los problemas en su fábrica sobre la marcha, de ahí la miscelánea de hechuras. Para ello siguieron el modo estético de las viviendas de sus convecinos, que acaso era el único que conocían y, por tanto, forjaron unos tras otros un uso y gusto comarcanos. Nuestros antepasados compusieron sin quererlo su propia, bella y original creación artística.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

El Chiborra


EL CHIBORRA


Y hoy les invito a ver esta foto, siguiendo con el tema de las danzas rituales que aún se conservan en nuestros pueblos.

Esta fotografía de los años 50 retrata a un chiborra, personaje importantísimo en la danza, pues es quien la dirije, organiza los ensayos, enmienda la plana al danzante que mete el palo a descompás y abre camino a la comitiva entre la concurrencia los días de fiesta, que es cuando cobra mayor esplendor. 

La estampa se las trae..., al menos para los que nos gusta escudriñar y averiguar todo el acontecimiento. Y a veces me ha provocado una abstracción total durante minutos.


El chiborra ataviado con su disfraz multicolor, casi carnavalesco o, mejor dicho, diablesco, posa orgulloso y varonil ante el fotógrafo enviado a Cisneros desde El Foro por algún noticiero costumbrista de la época, en cuyos almanaques aparecieron publicadas y descritas las tradiciones más genuinas de España. Para acentuar ese carácter, el chiborra porta una careta burlesca y se apoya con decisión y ademán de mando en una vara rematada con un pellejo para azotar a los chiguitos incordiantes durante la procesión.

El fotógrafo podía haberse conformado con una visión somera de su aspecto estrafalario, pero optó por dignificarle y acertó con un inspirado picado de abajo a arriba para realzar la figura del chiborra y la importancia de su cargo, y para ello le otorga todo el primer plano. La iglesia queda bellamente difuminada en un segundo plano. Mientras un viandante vestido de gala, como es de rigor los días de fiesta, pasea indolente por la desierta y polvorienta calle, el cura fisgón, apostado en el atrio, no pierde detalle del suceso ya que nada de lo que acaece en el pueblo se le escapa al escrutinio de su ojo avizor.


Estampas de Tierra de Campos: "La danza"



LA DANZA



El 8 de septiembre se conmemora el nacimiento de la virgen María y en multitud de pueblos de España aún se celebra con danzas y paloteos ancestrales como en el pueblo de Cisneros.

Tradiciones cuyos orígenes se pierden en la noche de los tiempos y que en ciertos momentos reviven con brío para hacernos recordar nuestro pasado . Y es que oír restallar los vigorosos palos entre sí no deja de trasportarnos, quizás, a las danzas guerreras que nuestros antepasados alguna vez ejecutaron.

martes, 6 de septiembre de 2016

Estampas de Tierra de Campos: El Vítor de Mayorga


EL VÍTOR DE MAYORGA





























Todas las noches de los veintisiete de septiembre se celebra en Mayorga la procesión del Vítor. Y aunque tengo vistas muchas, a fe que esta es la más insólita de cuantas conozco.

Santo Toribio de Mogrovejo fue obispo de Lima, en el Perú, allá por el mil setecientos y pico. Cuando sus reliquias vinieron a su pueblo natal sus paisanos las recibieron con gran gozo y las llevaron en procesión por las calles del pueblo portando teas y antorchas para alumbrarse en la noche cerrada.

Y aquel suceso se convirtió en tradición hasta nuestros días. Los mayorganos procesionan a su santo patrón, representado en el VÍTOR, como doctorando por Salamanca que fue, y así reza en el estandarte. Cientos de corambres u odres en llamas, pendidas de largos varales y pértigas, alumbran la comitiva que avanza pesadamente entre los goterones de pez ardiente que esculla por los harapientos gabanes y sombrerones de los procesionarios y el pestilente olor del humo del alquitrán recién fundido.

La visión del grandioso espectáculo no deja más que evocarme aquellos akelarres perdidos en la noche de los tiempos.

miércoles, 10 de febrero de 2016

El caso de la Santa Cruz de la Zarza: otra ignominia más


SANTA CRUZ DE LA ZARZA







Ya tenía ganas de escribir acerca de esta iglesia completamente abandonada y olvidada de la mano de dios, que hasta él parece que le ha dado la espalda por el estado de semirruina en el que se encuentra. Iglesia que he visitado muchas veces para fustazo y azote de mis ojos, pues asevero que es paradigma de otra ignominia más de las muchas que los ciudadanos con gusto y amor por el patrimonio artístico tenemos que soportar. 



Y a ver cómo me explico con un poco de mesura; prometo contar hasta diez y tragar saliva, porque de veras a uno le dan ganas de pellizcarse los pezones y de tirarse cristales rotos a los ojos para no tener que ver más el estado actual en el que se encuentra esta joya medieval.


Adjunto unos datos de historia obtenidos en la red, pero sáltenselo si prefieren leer la reflexión final. 



Reseña histórica 
Y les doy unas reseñas de su devenir en el tiempo, y que nunca están de más, para ponerles en antecedentes de lo que les quiero trasmitir. 
Dice la tradición y la leyenda que fue el mismo Fernán Ansúrez, a la sazón Conde de Castilla, conde levantisco contra el rey leonés, quien en el año 922 inició la construcción del primer monasterio e invitó a su ocupación a los comendadores de Santiago. De ello no hay pruebas documentales pero lo que sí es cierto es que dos siglos después Alfonso VIII, rey de Castilla, se fijó en ese lugar de la vega baja del río Carrión para instituir un monasterio con monjes venidos del famoso Monasterio de Santa María de Retuerta, que se halla en Sardón, en la ribera del Duero.
Tal monasterio debió tener su momento de mayor esplendor unos siglos después, pues se sabe que el emperador Felipe II lo visitó.
Pero pronto empezó su ocaso. Aquellos frailes premostratenses poblaron el cenobio hasta 1627, fecha en que el Capítulo General de la Orden decidió trasladar a sus residentes a Valladolid, quedando definitivamente abandonado. Un incendio y una posterior inundación propiciaron su ruina. Las leyes desamortizadoras del ministro Mendizábal le dieron la puntilla al pasar todo el predio sobre el que se asienta a manos privadas en 1841.
Aunque el edificio de lo que fue el cenobio ha desaparecido casi por completo y solo se mantiene la sala capitular, aún se mantiene en pie la iglesia, formidable muestra de arquitectura tardorrománica y protogótica. Esta iglesia, erigida bajo la advocación de San Norberto, santo francés fundador de la orden premostatense, tiene un gran influjo de la arquitectura cisterciense, y ya captó la atención de las autoridades políticas culturales de los años veinte del siglo pasado y en el 1931 fue declarada Monumento Histórico-Artístico de interés nacional. Baste decir que la sala capitular está considerada como de las más importantes en toda España.
A pesar de la importancia y belleza del templo, un largo y complicado litigio acerca de la propiedad del mismo entre la diócesis de Palencia y la empresa agroganadera propietaria de la finca donde se ubica hace imposible una solución restauradora del mismo. Y ambos litigantes han ganado juicios en los diferentes tribunales pues ambos presentan pruebas registrales de escrituras de propiedad.






De vez en cuando tengo la insana costumbre, porque me produce laceración, de abrir la Lista Roja del Patrimonio Español en Peligro, confeccionado por la Asociación Hispania Nostra, un listado que se ha hecho a semejanza del que hay para animales o plantas en amenaza de extinción. Y ahí aparece mi provincia, encabezando este oprobioso listado con sus veintidós monumentos, muchos de los cuales se hallan ya no solo en peligro si no en estado de ruina inminente. 


El seguimiento del caso judicial de la maldita propiedad de la iglesia de Santa Cruz de la Zarza  ya lo veo como un acto de flagelación. El saber que ambos pleiteantes han sido capaces de llevar los respectivos recursos a los más altos tribunales como son el Supremo o el Europeo de Estrasburgo, empleando en ello dinero en costas, minutas de abogados  y un montón de años  que conllevan los plazos en los procesos judiciales, me produce ulceración. Pero así nos las gastamos en la piel de toro, porque definitivamente somos un pueblo poco dado a acordar o pactar, menos aún a ceder y  mucho más a porfiar, que en eso somos campeones. Y ya lo sentenció con locuacidad y con media docena de palabras don Antonio Machado: -"En España, de cada diez cabezas, nueve embiste y una piensa".


Mientras tanto, los administradores provinciales y regionales de lo público miran para otro lado para no molestar. Pero no se preocupen los querellantes que dentro de poco alguno se saldrá con la suya y el juicio se va a resolver con la derrota de ambos contendientes: uno porque el tribunal le va a negar su condición de dueño y el otro porque la ganancia va a ser de una verdadera escombrera, porque la iglesia, señoras y señores, se cae... 



Y la Junta de Castilla y León ya no tendrá que gastar ni un duro para alivio de su maltrecha arca de caudales. No me cabe ninguna que ese es el porvenir del templo deseado por todos, el del derrumbe, cada uno por sus motivaciones y a ese fin parece que van dedicados todos los actos y omisiones. La desidia y desinterés de la ciudadanía hace el resto, y así se cumplirá una vez el refrán de que "muerto el perro se acabó la rabia..."


Y mientras estos acontecimientos se suceden, la iglesia va sucumbiendo al paso del tiempo y a los robos. Los excepcionales grifos, la arpía, sus guerreros pertrechados de armas y celadas; y los complicados entramados vegetales que adornan las cestas de los capitales, languidecen inermes ante las inclemencias del clima meseteño. La torre ya no aguanta más el peso de los nidos de las cigüeñas. El hedor de la palomina ha sustituido el del incienso y por los ventanales de la sala capitular la maraña de zarzas apenas deja pasar la claridad del día. 


Dentro de unos años, no muchos, la vieja iglesia de San Norberto, dejada a su suerte, hincará las rodillas y ya cansada de tanto desamparo caerá desplomada para siempre. Y comenzará el gran teatro: los actores se llevarán las manos a la cabeza y se señalarán unos a otros con el dedo acusador como responsables de la tragedia. Unos por acción y otros por omisión seremos todos culpables, pero por fortuna el disgusto nos durará solamente la jornada que el fatal desenlace ocupe alguna página de los noticieros.


miércoles, 27 de enero de 2016

LA BELLA OPORTO


LA BELLA OPORTO



Y esta lámina que se exhibe en la expo aire, con ocasión de nuestras fiestas patronales, por el artista salmantino MUÑOZ BERNARDO, me robó los ojos...
 Solo una muñeca prodigiosa al servicio del talento es capaz de plasmar el luminoso atardecer del muelle de Oporto de esta manera.

A pesar de que el puerto ebulle de actividad, la escena trasmite serenidad. Las barcazas (rabelos las llaman ellos) que portan las barricas con los famosos caldos de Oporto traídos río abajo desde los viñedos del Alto Duero, aguardan, mecidas por las sosegadas aguas de la ría, para ser descargadas.

No sucede nada; incluso si nos fijamos en la frenética actividad y en el gentío que vemos en el muelle. Desde luego el fuerte calor de la tarde hace que comerciantes y sus clientes, paseantes y curiosos, se cobijen debajo de los toldos de las carpas buscando la sombra; pocos son los que se exponen al recio sol que padecemos en lberia. A pesar del ajetreo portuario, como digo, no percibimos nada de lo que allí acaece y nos lo tenemos que imaginar.

Hace calor, mucho calor, las coloridas fachadas de poniente se tuestan. Pero no todo es sopor... las azules (quizás verdiazules) aguas del Duero mitigan el ambiente un tanto somnoliento y equilibran la cálida escena aportando un halo de frescor. Y para acentuar tal sensación el artista esboza un sutil oleaje, conseguido magistralmente, sea dicho, sin duda porque en este punto de la ciudad el río se convierte en ría ante la inminente presencia del mar; y dota de sombra a algunas altas fachadas orientales y al lejano barrio de la colina.

Como decía, excelente obra la que hemos podido disfrutar en la expo aire.

Estampas de Castilla: los dos cerros de Palencia







Palencia tiene dos cerros que nos vienen de perlas para romper la monotonía del paisaje estepeño, pues esta vetusta ciudad está situada a las puertas de Tierra de Campos, seguramente la región más plana de España. De Palencia hacia el oeste y hacia el norte ya no hay más que llanura poblada de cebadas y tobas, y de algunos tesos donde se apostan avutardas y la vigilante liebre. 

Pues bien, y a la que voy, no hay pocos quien ven en ellos verdaderas pirámides, y no solo por su perfecta y armoniosa conicidad, sino por el fuerte simbolismo que estas formas desprenden o así lo captaron en muchas civilizaciones antiguas. Simbolismo y esoterismo que para los hombres actuales es impalpable, pero que en tiempos pretéritos aquellos moradores de la llanura sin duda lo percibieron.

No es casualidad que ambos cerros: San Juanillo y del Otero a secas, como los llamamos en el país, fueron poblados (o al menos visitados) desde la antigüedad por aquellos hombres del neolítico, como así lo atestiguan numerosos vestigios encontrados en las excavaciones de hace unas décadas. También aquella tribu celtíbera que los romanos apelaron como vacceos dejaron su impronta en sus laderas en forma de vasijas de cerámica y herramientas varias. Y algún tesorillo de monedas acuñadas en alguna ceca visigoda cercana alguien debió esconder en sus vargas de puro yeso.

Pero luego fueron requeridos por eremitas como así lo corroboran las ermitas que se hallan en sendas cumbres, aprovechando que el yeso es un mineral fácilmente modelable y que de suyo forma galerías naturales o, en todo caso, permiten una fácil excavación. En la cueva-ermita del cerro del Otero se refugió Santo Toribio de las iras del pueblo, que en aquellos momentos de los albores de la cristiandad en la península, eran adeptos del hereje obispo Prisciliano, cuando aquél predicador quiso traerles las nuevas de la verdadera doctrina cristiana.

Pero algo debieron ver nuestros antepasados para elegir ambos altozanos como lugares de ineludible visita, quizás vieron en sus cumbreras los lugares perfectos como altares para sus ritos religiosos, ya que en todas las civilizaciones buscaron puntos intermedios entre la tierra y el cielo, y punto desde donde contemplar mejor las estrellas. Y mejores atalayas en este altiplano no pudieron encontrar.

Recientemente el genial escutor Victorio Macho recargó de fuerte espiritualidad el lugar cuando eligió el cerro del Otero para erigir su coloso Cristo del Sagrado Corazón o Cristo del Otero como definitivamente lo ha apelado el pueblo. Nuestro Cristo protector mira a la ciudad y con sus manos parece bendecirla.


Todos los días, camino del trabajo, me desayuno con esta ella bella estampa del sol emergiendo entre ambos senos. Y les tengo que decir que su contemplación ejerce, además de verdadero embelasamiento, una atración total por ascenderlos, aunque sea solo de intención, para admirar la amanecida que por estos lares nos viene de la parte de Burgos.

miércoles, 20 de enero de 2016

Estampas de Castilla: La Fortaleza de Gormaz, símbolo de la Castilla más mora



LA FORTALEZA DE GORMAZ



LA MURALLA










Hoy les propongo que echemos un vistazo a nuestra Castilla más mora, demasiado olvidada, o mejor dicho, desconocida. Y para ello nada mejor que una visita a la alcazaba de Gormaz, una enorme construcción que está considerada la más grande, de entre las musulmanas, en territorio europeo, con más de un kilómetro de recinto amurallado. Tuvo que ser así de desmesurada la fortaleza ya que aquellas gentes cristianas y musulmanas no se andaban con chiquitas a la hora de dominar la frontera que fue el río Duero para esos reinos hace más de mil años.

Pero hay algo más en lo que es insuperable, y es que la bella panorámica que se puede contemplar desde sus muros del río Duero, de su vega y ribera, sus sotos y tierras de labor, no tiene parangón, máxime en otoño, cuando no queda un ocre ni un amarillo que quede fuera de la paleta de colores.
LA PUERTA CALIFAL

Y si les ha gustado la vista que regala intramuros la puerta califal, adjunto esta otra vista extramuros, que aún es más interesante y hermosa, desde este estupendo balcón que se hizo construir aquel príncipe moro.




Desde luego que el arco de herradura nos ejerce ya en sí una atracción visual enorme, quizás por su exoticismo y evocación orientalizante y, en todo caso, por ser más airoso que el austero arco de medio punto medieval omnipresente en la cristiandad. Pero esta puerta, paso principal de acceso al fuerte, es aún más bella con la duplicación de los dos arcos; el exterior más grande; el interior más chico. Entre ambos dejaron una buhadera, un vano para poder defenderse de los asedios desde donde podían lanzar flechas y otros proyectiles sin ser hostigados por el atacante. Tal recurso militar fue muy utilizado, tanto en castillos moros como en los cristianos, por todas aquellas gentes guerreras.

El elegante arco exterior está enmarcado por una cenefa que en arquitectura llaman alfiz, y que en otros edificios suntuosos andalusíes aprovechaban para decorarlo con motivos geométricos o con textos en escritura árabe, casi siempre versos coránicos, pero aquí nunca los hubo; seguramente aquellos recios soldados no estaban para poesías ni sutilezas.

Mil y cien años después de su factura, aún se luce con orgullo, altivez y pinturería, sabiendo que por su regazo han pasado gente ilustre como fueron el general Galib, quien levantó el fuerte siguiendo el mandato de su señor, el Califa cordobés; o el temido guerrero Almanzor, o decenios después Rodríguez de Vivar -El Cid-, que también fue señor del sitio.
Esta soberbia fortaleza, de haberse conservado en mejor estado, seguro que hubiera sido un monumento tan principal como la mezquita cordobesa pero, aun su estado casi ruinoso, la fortaleza no pierde un ápice de fascinante, y a Castilla la hace un poco más moruna. 

Estampas de Castilla: El ferrocarril Valladolid-Ariza


EL FERROCARRIL VALLADOLID-ARIZA

La línea ferroviaria Valladolid-Ariza vertebró parte del movimiento de viajeros y mercancías del centro de Castilla, uniendo el este con el oeste de la región a través del corredor del Duero, y ésta con una línea de mayor importancia como la Madrid-Zaragoza a la altura de Ariza. Algo fundamental ya que en España siempre se ha promovido las vías de comunicación norte-sur, olvidándose de las transversales.

En el siglo que estuvo hábil no conoció la electrificación y desde su nacimiento ya tenía su parte de defunción servido, pues apenas conoció inversiones que posibilitaran un uso cómodo y rápido. Eso sí, barato el boleto sí que lo tuvo que ser, a tenor del dicho que el gracejo popular acuñó: "Entre Langa y Berlanga, este tren es una ganga...".


Aunque conoció momentos de esplendor como cuando se decidió incluir el moderno TER Salamanca-Zaragoza dentro de la línea, o el Expreso Shangai La Coruña-Barcelona, una mano negra siempre se cernió sobre esta importante obra civil: ni conoció actos públicos en la inauguración de la nueva línea, allá por el 1895, ni al día se hoy ha cuajado ningún proyecto turístico o cultural que pudieran permitirla una segunda vida, a pesar de la belleza paisajística y prolijidad monumental del entorno por donde discurre.

Poco a poco las estaciones y apeaderos van arruinándose; ya no hay más que broza cubriendo el balasto, zarzas enmarañadas ocultando las traviesas y orín comiéndose el fierro; los postes y cableado que alguna vez llevaron telegrafía ya solo sirven de apoyaderos de cernícalos y ratoneros... Pero no hay nada más especial en ello; para los que vivimos en esta tierra no nos coge de nuevas, donde todo lo que nos rodea es decrepitud, languidez y a veces desolación.


martes, 19 de enero de 2016

Estampas de Castilla: el acueducto de Segovia


EL ACUEDUCTO DE SEGOVIA






          Veo y reveo mil veces el acueducto de Segovia y me sigue produciendo la misma admiración que el primer día que lo conocí, y que no soy capaz de recordar cuándo fue...
Quizás fueron unas fotos de mi padre, en su época de mozo, montado en una vespa y posando gallardo a los pies del acueducto, allá por los años sesenta, ya que le tocó la mili en esa ciudad, y allí estuvo de instructor en Artillería. Pero personalmente no consigo recordar la primera vez que lo visité.

          Digo que admiración y perturbación también, por qué no... Y ello debido a mi incomprensión de cómo aquella gente romana pudo acometer tan ciclopea obra más que para abastecer un acuertalamiento y un puñado de casas cuyos moradores se empeñaron en habitar la zona alta de la ciudad, ahora ocupada por el Alcázar. Muy importantes tuvieron que ser esas personas para justificar tanta tesón en aras de que no les faltara una gota de agua, desde luego.


          Y con ese fin se afanaron los constructores para labrar y mover miles de toneladas de sillares de roca gneis y granito. Enormes grúas, poleas, rampas, andamios....-Por no mentar la cantidad de esforzados obreros que hubieron de emplearse-, se dispusieron en el desaforado empeño. Pero el orgulloso y altivo pueblo romano no se achantaba fácilmente y nunca veía obstáculos si no soluciones. Veinte mil piezas componen ese puzle, armado sin argamasa alguna que las uniese, para traer el agua desde la sierra por una cacera que soporta los arcos, y atenuaron su velocidad suavizando la pendiente a lo largo de sus quince kilómetros de longitud.

          Se dice que aquellos arquitectos no conocían la teoría de los vasos comunicantes, ya que de ser así, con haberse dotado de una tubería cerrada para que el agua sifonara y remontara la cota, hubieran salvado la gran vaguada, que es donde el acueducto se presenta más alto y monumental, y se hubieran evitado tal ingente labor.
Pero tal conjetura no es cierta. Ellos lo conocieron de sobra ya que desarrollaron unos formidables conocimientos de hidráulica. Lo que no consiguieron encontrar fue un material idóneo y abundante con qué montar las cañerías, y aun más, un pegamento con qué soldar las juntas y hacerlas estancas para soportar grandes presiones.

          Y digo yo, que bendito sea el que no acertaran con la solución, por que no hubiéramos podido solazarnos con esta prodigiosa maravilla, monumento principal de la Humanidad.

Estampas de Castilla: Las corralas



LAS CORRALAS





          Las corralas formaron parte del paisaje urbano de las viejas ciudades castellanas, manchegas y andaluzas. Su disposición en corredores descubiertos formando un cuadrángulo sobre un patio cerrado posibilitaron y obligaron sí o sí a unas relaciones vecinales tan estrechas que casi rozaban lo familiar. Todos sabían de todos porque apenas pudo existir el anonimato, para bien y para mal. Quizás para aquella sociedad que nos ha precedido tampoco fuera tan importante el ocultamiento de la vida íntima porque en el fondo era una sociedad menos compleja y huraña, prefirieron (tampoco pudieron elegir) compartir con naturalidad su cotidianedad con los convecinos.


          No sé si sería mejor o peor aquel modelo de relación vecinal, pero sin duda más rica, vital y divertida sí. El modelo arquitectónico de estas corralas sería imposible en nuestra sociedad moderna, donde los edificios buscan precisamente lo contrario, el menor contacto posible, ni aun visual, entre unos y otros, como si la vida de cada cual fuera tan importante como para protegerla de la escrutadora mirada del vecino de enfrente. A veces pienso que lo que de veras queremos esconder es precisamente nuestro ordinario devenir y aún más, nuestras miserias.

          Pero en dichas corralas, como forma de habitáculo compartido, si hay algo que no ha cambiado con el paso del tiempo, ha sido el uso comunal de los tendederos como en ésta del barrio castizo madrileño de Lavapiés, retazo de una España que se nos va....

El puente de Ariza


EL PUENTE DE ARIZA






           Hoy les presento esta imagen del puente de Ariza que recientemente he visitado, y su contemplación me ha causado hondo dolor y ahora les explico el por qué.

          Este soberbio puente del siglo XVI, obra de Andrés de Vandelvira, un excelso arquitecto renacentista, se construyó sobre el río Guadalimar para facilitar el tránsito desde Úbeda y su comarca, en la zona septentrional de Andalucía, a las regiones manchega y valenciana. Es un bellísimo puente fabricado con sillería de piedra arenisca, consta de cinco ojos y el central y principal tiene un paso de luz de 31 metros, todo un reto arquitectónico. El acabado fue perfecto e incluso aquel arquitecto lo quiso engalanar con un ribete que, a modo de orla, va circundando cada uno de sus ojos.


          Pues bien, recientemente, y no hablo de la época de Primo de Rivera ni de la de Franco, cuando se construyeron la mayoría de los pantanos españoles, y que muchas veces anegaron inmisericordemente mucho pueblos, si no en el cercano año 1998, cuando entró en funcionamiento el embalse de Giribaile y con él quedó sumergido perpetuamente el puente de Ariza, salvo en largos períodos de sequía cuando el agua embalsada se encuentra en cotas mínimas como este invierno en el que asoma entero. Parece ser que hubo partida presupuestaria para todas las contingencias de la nueva obra menos para rescatar del ahogo al vetusto puente.



          Y es que, amigas mías, así nos las gastamos en España. Los administradores culturales de lo público solo gustan de la construcción de grandes infraestructuras en forma de museos, centros de interpretación, palacios de congresos, auditorios,... en un alarde de catetismo al guiarse por criterios meramente económicos, supeditando las inversiones al interés turístico; es decir, solo merece la pena atender el patrimonio cultural que atrae afluencia turística. Y así nos va... Por el suelo patrio están esparcidos centenares de edificios históricos, iglesias, monasterios, castillos, puentes, etc. desmoronándose a cachos. La desidia y apatía de la ciudadanía hace el resto.

           Dentro de pocas semanas, tras las primeras nieves y posteriores lluvias, aumentará el nivel del embalse y poco a poco el puente de Ariza volverà a sumergirse hasta quedar totalmente inmerso hasta el próximo estío. Y mientras tanto, los prebostes municipales y regionales seguirán pelando la pava en busca de una solución para salvarlo del ahogo y que nunca acaba de llegar. Sin duda dentro de pocos años el puente cederá y se arruinará definitivamente para lamento de todos los que en sus manos hubo la solución y que por omisión ignominiosa nada hicieron.

lunes, 18 de enero de 2016

Estampas de Tierra de Campos: el exvoto


EL EXVOTO


Los santuarios son lugares predilectos porque en tales lugares se ha originado algún milagro o alberga alguna imagen de especial devoción (generalmente porque se le atribuye milagros). Por ende de siempre han sido destinos de peregrinación.

Y donde hay santuarios hay exvotos, que son las ofrendas de los peregrinos como acción de gracias por la intersección de la virgen o algún santo en la consecución de algún favor, consejo espiritual o, por qué no, milagro.


Y en este punto enlazo con un retazo de historia que hoy les vengo a contar. Y es la que me sugiere la contemplación de este exvoto en forma de cuadro pintado que me encontré en el Santuario de Alconada, cerca de Ampudia, sito en una valleja que se desparrama en el confín de los Montes Torozos y Los Alcores y en fuga hacia la llanura terracampina.

Seguramente el óleo pase desapercibido, entre la multitud de pinturas o por culpa de su mala factura, para la mayoría de los visitantes, pero no para ustedes que sé de buena tinta que han corrido raudos a desentrañar el cartel del pie del cuadro, porque ahí se explica todo.

Y es que el niño José de la Plaza, hijo de unos vecinos del cercano pueblo de La Torre de Mormojón, fue deshauciado por los médicos ante su grave enfermedad. Su madre (siempre las provisoras madres...) se enconmendó a la virgen (en este santuario bajo la advocación de Nuestra Señora de Alconada) buscando que intercediera ante Dios. Será o no por tanto rezo petitorio el caso es que el rapaz sanó y salvó el pellejo.

En gratitud acudieron ufanos a ofrecer y dotar al santuario con ese cuadro alusivo a la sanación del infante, pintura bastante mediocre por cierto (quizás no encontraron mejor artista o, lo que me temo, eran demasiado humildes como para poder costear una obra de mayor empaque); en todo caso la calidad pictórica era lo de menos para los complacidos padres. En ella se nos muestra el niño José ya restablecido y lozano, a juzgar por el buen color de labios y mejillas, y, así vestido de gala, con su escarcela y su campanilla (que no sé cuál podía ser su uso), posa más rebonito que un San Luis.

Pero tenemos que ser generosos a la hora de juzgar los actos de nuestros antepasados por muy estrambóticos que nos parezcan y hacernos cargo; imaginarnos una época sin el 112, quirófanos, rayos X, ni antibióticos... Ya me dirán cómo se explicarían los casos de sanación, si solo podía mediar una perentoria y rudimentaria asistencia de los galenos, mas que por la concesión de algún milagro divino. Tuvo que ser la única explicación para la lógica de aquellas gentes....