domingo, 11 de diciembre de 2016

los caminos de la libertad

Valle de Hecho: frontera natural hispano-francesa

Los altos pirineos se nos muestran aparentemente como una barrera infranqueable que nos separa de la hermana Francia. Pero no es así. Desde siempre la cordillera ha sido permeable para todos los que por algún motivo han necesitado atravesarla.
Si nos centramos en los finales de los años treinta y principio de los cuarenta, sus pasos y collados fueron testigos de un trasiego de personas con el único objetivo de salvar el pellejo. Y ahora que contemplamos con perplejidad, en el mejor de los casos, e indolencia, en el peor, al drama sirio, traigo a colación lo que les voy a contar porque verán ustedes la poca diferencia que hay entre ambos hechos.
Y es que durante la nefasta guerra civil española y ante el empuje de las fuerzas sublevadas, los milicianos republicanos y sus familias tuvieron que cruzar las montañas para huir de las purgas que se iban produciendo en la retaguardia. Lo que ahora nos parece a los excursionistas una bendición por la belleza de sus paisajes, las crestas y riscos forrados de hielo y nieve tuvieron que ser sentidos como un infierno por aquellos pobres desgraciados. Gracias a los "pasadores", como así se llamaban a los paisanos que, conocedores del terreno, se prestaron a guiar a los huidos, pudieron llegar sanos y salvos a los valles y pueblos tramontanos.
Ganado el territorio "amigo“; y lo entrecomillo porque esos evadidos pronto se dieron cuenta que lo que les esperaba en el país vecino no era un camino de rosas, comenzaba para ellos una segunda aventura. El gobierno francés, ante la llegada de miles de refugiados españoles, habilitó campos de concentración - Y esto nos sigue recordando a la tragedia siria- donde contenerlos a la espera de que se les ocurriera algún tipo de solución
-y también nos vuelve a sonar, ¿Verdad?

Val d'Echo: collado de Acherito y agujas de Ansabère
Seguimos el relato sin perder el hilo. Resulta que poco tiempo después (menos de un año) empieza la II Guerra Mundial. Ahora es la emergente Alemania quien ocupa Francia con la ayuda del cobarde Vichy constriñendo a la Francia libre contra el paredón pirenaico. Miles de partisanos tienen que rebasar la cordillera para ganar suelo español con la ayuda de nuevo de los "pasadores" (ahora pastores y lugareños franceses) y cruzar Ia península para unirse al ejército de la Francia libre del General De Gaulle que a la sazón andaba combatiendo en Argelia.
Franco, de la misma cuerda que Hitler y Mussolini, no podía permitir que esos soldados y combatientes engrosaran las fuerzas aliadas e instruyó oportunamente a La Guardia Civil y al ejército, acuartelados en los puestos fronterizos, para repelerlos a tiros si fuera menester, capturarlos para entregarlos a las autoridades alemanas o francesas colaboracionistas, o bien para recluirlos en las cárceles de Jaca, Barbastro, Pamplona y Huesca, o en los campos de concentración de Miranda y Nanclares.
Contrabandistas, extraperlistas y judíos que huían del terror nazi completaron la galería de personajes que tuvieron que traspasar la cordillera.
Y la historia se repite, como los golpes de un martillo pilón, para recordarnos que cuando está en juego la vida de las personas y de las familias no hay muro ni barrera que impida el éxodo, sean tapias de hormigón, vallas alambradas, mares o fuego cruzado.
Aquellos altos puertos en algún momento fueron la puerta de la salvación, la ventana a una segunda oportunidad y el culmen de muchos sueños, y por eso convinieron en llamar a las veredas que los salvan Los Caminos de la Libertad.

Val d'Echo: ibón de Acherito

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