martes, 26 de septiembre de 2017

El Vítor de Mayorga


EL VÍTOR DE MAYORGA




Todas las noches de los veintisiete de septiembre se celebra en Mayorga la procesión del Vítor. Y aunque tengo vistas muchas, a fe que esta es la más insólita de cuantas conozco.

Y parece ser que el origen de esta procesión cívico-religiosa es el siguiente:

Santo Toribio de Mogrovejo fue obispo de Lima, en el Perú, allá por el mil setecientos y pico. Muy importante y querido tuvo que ser este hombre, pues cuando sus reliquias vinieron a su pueblo natal sus paisanos las recibieron con gran gozo y las llevaron en procesión, como era uso en aquella época, por las calles del pueblo portando teas y antorchas para alumbrarse en la noche cerrada.

Y aquel suceso se convirtió en tradición hasta nuestros días. Los mayorganos procesionan a su santo patrón, representado en el VÍTOR, como doctorado de Salamanca que fue, y que como tal reza en el estandarte. 


  Texto del estandarte: «Santo Toribio Alfonso Mogrobejo, arzobispo de Lima, hijo de esta ilustre y noble villa de Mayorga».

Cientos de corambres en llamas, pendidas de largos varales y pértigas, alumbran la comitiva que marcha perezosamente al son repetitivo del himno de Santo Toribio que toca mil veces la charanga. Los goterones de pez ardiente escullan por los harapientos gabanes y sombrerones de los procesionarios tapizando de parches negros las calles del pueblo. La procesión avanza pausadamente, sin prisa alguna por acabar, entre el humo y el
 olor pestilente del alquitrán recién fundido.

La visión del grandioso espectáculo de fuego no deja más que evocarme los akelarres perdidos en la noche de los tiempos.