domingo, 2 de agosto de 2020

El arco de herradura: un invento hispano


    En España se han gestado muchos adelantos técnicos que han adaptado otras culturas y que, por ignorancia o por nuestra pertinaz consciencia de ver que todo lo foráneo es mejor, no nos percatamos lo suficiente; y lo peor, nadie nos ha explicado.

    Y esta reflexión, en concreto acerca de las novedades arquitectónicas que en la Piel de Toro se han ideado, me la venía haciendo mientras regresaba de mi enésima visita a la singular basílica visigoda de San Juan de Baños, el mayor tesoro de esta comarca castellana del Cerrato.


Iglesia visigoda de San Juan de Baños (Baños de Cerrato - Palencia)


    No me voy a entretener en describirla, solo en introducirme un poco en su origen, aprovechando que se conoce con exactitud ya que su fundador, el rey Recesvinto, quiso dejarlo por escrito en una inscripción latina que se halla dentro del templo, ya que me permitirá enlazar con el mensaje que les quiero trasmitir.

    Fue en el año 661 (y con ese dato ya podemos decir que se trata de la iglesia con culto ininterrumpido más antigua de España) cuando el monarca Recesvinto (Rek-swinth, ‘fuerte en la venganza’, no olvidemos el origen germánico del pueblo visigodo, continuador en el Poder político de Hispania tras el colapso de Roma) erigió este soberbio templo en agradecimiento a dios por su sanación de los males renales que le aquejaban tras beber agua del manantial contiguo (los antiguos baños romanos de la villa cuya fábrica se puede advertir fácilmente). La advocación del mismo no podía ser otra que la de San Juan Bautista, llamado así este importante profeta, coetáneo de Jesús, porque utilizaba el bautismo, bajo la forma de inmersión, como ritual sacramental. Tenemos, entonces, el agua como elemento dinamizador de la construcción del templo. Curiosamente el solar que ocupa la basílica es el mismo que el de la antigua ciudad romana de "Balneos" (el actual pueblo de Baños) y cuyos vestigios están saliendo a la luz en la trasera de la basílica.

    Pero a lo que voy... Este templo visigodo, así como las pocas iglesias de la meseta, territorio en donde prefirió asentarse este pueblo, que han pervivido hasta nuestros días, emplea profusamente el estiloso y elegante arco de herradura. Sin embargo, este elemento era ajeno a su cultura, no vino con ellos desde el oriente de Germania, cuna de los pueblos godos, si no que se lo encontraron aquí. Los romanos ya lo conocían ¿El arquitecto visigodo que construyó San Juan lo copió de algún edificio de "Balneos"? No en vano los primeros indicios del arco de herradura en Hispania aparecen en las estelas funerarias hispanorromanas, casi todas en León. Y desde ahí se nos presenta difícil la resolución de quién lo empezó a utilizar ¿Quizá algún pueblo indígena celtíbero? o a difundir ¿Acaso los fenicios lo trajeron desde el Medio Oriente donde ya se conocía?

    El caso es que medio siglo después (año 711) los mahometanos bereberes y árabes entraban en Hispania tras derrotar al ejército visigodo toledano y enseguida, en su conquista del norte peninsular, quedaron prendados del bello trazo del arco hispano. Lo adoptaron, lo retocaron cerrando aún más la herradura, lo enmarcaron con la característica moldura llamada alfiz y lo principal, supieron dar un uso novedoso como fue el de apoyarlos exclusivamente sobre fustes de columnas, despojándolos de los muros en cuyos vanos estos arcos embellecían.

Arco en herradura enmarcado por su alfiz
Fortaleza califal de Gormaz (Soria) 


    Los arcos fueron estilizando su silueta y gracias a que soportaban menos peso al no tener que aguantar los recios muros, pudieron cabalgarlos unos encima de otros hasta crear bosques de columnas y arcos en el inmenso salón. Y ya pueden intuir de qué les estoy hablando. Pocos años después comenzarían las obras de la mezquita de Córdoba, la joya más importante, junto con la Alhambra de Granada, de la arquitectura omeya. Y así, el arco de herradura visigodo saltó, a través de Al-Andalus, al Maghreb y enseguida a todo el orbe islámico. Aún lo emplearon los mozárabes andalusíes y lo perpetuaron, siglos después, los mudéjares de los territorios conquistados por los ejércitos cristianos del norte en las iglesias que se iban levantando por doquier.

    Por eso decía al inicio del texto que esta solución arquitectónica la podemos tomar como nuestra, quizá la más genuinamente nuestra.

Bosque de columnas y arcos en doble altura
Sala de Oración de la Mezquita de Córdoba